Autor: Yolanda Sanmiguel
Pasan lo años, afortunadamente, y las arrugas y las canas poco a poco van dibujando un nuevo aspecto físico.
La piel es el órgano externo que muestra los cambios como un reflejo del estado interno; y si pudiéramos ver los pulmones, el hígado y el resto de órganos mostrarían los mismos signos de envejecimiento.
Qué unas personas envejezcan más rápido que otras lo puede determinar la genética en un 30% y en un 70% el estilo de vida. La piel adelgaza, salen arrugas y aparecen manchas. Se suda menos. Se reduce la sensibilidad al calor y al dolor. Si se toman medidas externas, que es lo habitual, la piel rejuvenece solo superficialmente, puede que le demos brillo unas horas al día, quizá meses, pero, interiormente y junto al resto de órganos siguen envejeciendo.
En las uñas aparecen surcos, se vuelven amarillentas y crecen más despacio. A todo esto se suma la vista cansada, la pérdida de fuerza y la falta de reflejos. Se pierde estatura, tejido óseo y muscular. La pérdida de grasa reduce la energía y por eso se siente más frío. La deshidratación aparece con mayor facilidad y las células reducen su tamaño.
Las extremidades se vuelven delgadas y el cuerpo ancho; se pierde la flexibilidad y la fuerza. Los pulmones aumentan de tamaño pero también aumenta el volumen residual por lo que se pierde capacidad respiratoria. Disminuye el tamaño del útero, de la vagina, del pecho y en los hombres aumenta el tamaño de la próstata.
Se segrega menos saliva y la digestión es débil por lo que cuesta más absorber los minerales. Los riñones filtran menos sangre, el hígado funciona lento y disminuye la motilidad intestinal. El corazón aumenta de tamaño y sus paredes se vuelven más delgadas. El sistema inmune se vuelve débil porque disminuyen los glóbulos blancos y cuesta recuperarse de las enfermedades.
Pues a pesar de esta interminable lista de alteraciones físicas podemos ralentizar este proceso degenerativo si tenemos en cuenta dos factores: El estilo de vida que tiene que incluir movimiento físico al menos media hora cada día. Y es muy saludable hacerlo antes de las comidas, no después de ellas.
Recuperar las horas de sueño nocturno. Para ello hay que acostarse pronto y readaptar nuestro cuerpo a los ritmos de la naturaleza. Dormir por la noche y vivir con la luz del sol. Evitar el estrés trabajando los pensamientos positivos. Hacer trabajo respiratorio para recuperar la capacidad pulmonar, sobre todo, porque las células buenas necesitan aire para vivir. Y la alimentación con una dieta completa, equilibrada y de cantidades moderadas no solo favorece la absorción de nutrientes, sino que facilita la eliminación de residuos que es tan importante como la nutrición.
Las células viven de lo que comemos, del aire y del sol. Toda regeneración empieza a nivel celular, de dentro hacia fuera. Aprender a mantener horarios regulares para las comidas y dejar que la digestión haya terminado antes de ingerir ningún tipo de alimento de nuevo. E hidratarse con regularidad a lo largo de todo el día con agua mineral de calidad con un bajo nivel de residuo seco.
En resumen hay que crear un estilo de vida saludable que a cambio recompensa con un equilibrio físico y emocional y mantiene vivo y joven todo un sistema celular que se regenera desde dentro y se muestra fuera, y “…pintarse la cara color esperanza, mirar al futuro…”
Con mis mejores deseos, yogaayurvedays.com