Primero fue sacar a un muerto de su tumba, ahora el objetivo es «tumbar» a un anciano Rey, el cual trabajó duro para dar estabilidad a la democracia.
Muchas cosas huelen mal en el caso del Rey Don Juan Carlos I y no todas son por las comisiones, desde la persona que parece ansiosa de irse de la lengua, hasta el policía que la grababa son personas que parecen dejar mucho que desear en lo que se refiere a credibilidad, pero ahora mismo, podríamos apreciar como desde el populismo y el sanchismo «su palabra es Ley».
Algo que no he llegado a comprender, es que quienes pagan las comisiones son los que han contratado a las empresas españolas, algo que choca frontalmente con el modus operandi de los partidos políticos de nuestro país, donde son los empresarios que son contratados los que pagan las comisiones al político de turno por la realización de las obras públicas. No hay duda que fue un negocio lucrativo para las empresas españolas que fueron contratadas, pero ¿Pagar un sobrecoste al Rey por contratar empresas españolas? Eso, realmente, no tiene ningún sentido. Tendría que haber sido el Rey el que tendrían que haber solicitado que le pagarán una comisión o los propios empresarios los que se la ofrecieran por realizar la gestión, pero nunca que los pague el país contratante.
Solamente he oído al expresidente Felipe González hablar sobre la gran tarea realizada por el Monarca en los duros años de la transición y su trabajo como máximo representante de nuestro país alrededor del mundo, pero ya sabemos como actúan hoy en día los medios de comunicación y las redes sociales, donde son juez y parte, encomendados para hacer «justicia» como a ellos les parezca oportuno.
Lo cierto, es que algunos parecen «muy valientes» con los ancianos, las mujeres y los muertos.